Nueva Ola (2.0)
Hacia 1978/1979 surgieron por todas partes bandas miméticamente creadas —para bien— según los patrones anglosajones del momento. De repente teníamos mods y punks, rockers y siniestros, tecnos y jevis… de todo: era la Nueva Ola. Pero, tras las primeras elecciones democráticas y la toma del poder por parte del nuevo establishment neodemocrático / tardofranquista, éste se impuso la necesidad de dar una homogénea imagen moderna a la Nueva España Democrática, cosa que se consiguió focalizando la atención, y los generosos fondos públicos, en la escena madrileña, la desde entonces famosísima Movida.
La jugada resultó mortal para el resto de escenas locales puesto que provocó su desaparición práctica (excepto en el caso del Rock Radikal Vasco, por obvios motivos políticos), forzadas las bandas a emigrar a la capital para conseguir alguna repercusión más allá de los misérrimos circuitos underground. Al respecto son ejemplares las carreras de Loquillo o de Siniestro Total, entre otros muchos grupos.
En lo que se refiere a las escenas barcelonesa y catalana, la situación se agravó especialmente por dos motivos, a saber, en lo económico el centro editor y empresarial del negocio musical se desplazó desde Barcelona a Madrid y, en lo político, el nuevo establishment que nos cayó en suerte, además de neodemocrático y tardofranquista, era también neocatalanista, lo que inevitablemente condujo a la subvención de una “Movida a la catalana”: el nefasto Rock Català. Es paradigmática, en esta ocasión, la evolución BRIGHTON 64 > Brigatones > Matamala.
Cuando se acabó el dinero público se acabaron tanto la Movida como el Rock Català, aunque el daño ya estaba hecho. Hasta los primeros noventa, cuando apareció el Indie español, no volvió a haber una escena pop española de calidad, diversa —geográfica y estilísticamente— e internacionalmente homologable, aunque ahora reducida a un ámbito tan minoritario en ventas y público que parece imposible que alguna vez llegue a levantar cabeza. Mientras tanto el negocio se reparte entre los flamenquitos y el maquineo de garrafón. Y así nos va.
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