Sounds Magazine (II)
Artículo de GARRY BUSHELL publicado en Sounds Magazine el 20 de octubre de 1979, con el título “Northern Mods”.
Cambiando de tren en Leeds, del relativamente lujoso Inter–City al arcaico enlace de Huddersfield, la última voz cockney que había oído volvió de nuevo a mi mente. Era un Mod del sur repitiendo con gravedad antiguos prejuicios sobre los norteños y su supuesta obsesión por los adhesivos de los Stranglers, las perneras de 40 pulgadas (a lo que nos referimos aquí abajo, entre susurros, como “el problema de los pantalones”) y las parkas forradas con horrorosas toallitas cerveceras.
Con mis reservas creciendo como la factura por follar de una pornostar, recordé a mi amigo sacudiendo la cabeza y su solemne advertencia de que mis chapas del CAFC y los SECRET AFFAIR, mi harrington, los tejanos ajustados, mocasines blanco nieve y el funcional Fred Perry, iban a ser tan bienvenidos “allá arriba” como las purgaciones una luna de miel, por no mencionar que serían la diana ideal para la retribución norteña de los supuestos crímenes sureños.
A tomar por culo, me dije, no me pagan para eso ¿Porqué tendría que meterme en el tren para pasarme una semana en las tierras de Tom y Dick? Pero no os preocupéis, fieles lectores, vuestros escribientes del Sounds están hechos de un material más duro que como para esconderse bajo las faldas de Ms. Turbett. Me fui allá sólo para descubrir que los mods sureños están todos equivocados y que sus falsas impresiones provienen de una valoración prematura de sus contrapartidas norteñas. Desde mayo último, de hecho, de cuando los SECRET AFFAIR llenaron unos cuantos vagones de capitalinos para acudir a un bolo allá arriba con los KILLERMETERS, la banda de Huddersfield que ha provocado el surgimiento de toda una nueva escena mod.
Aquella noche, por vez primera, los scooter clubs locales decidieron aparecer en gran número y fue su anómala presencia, por aquel entonces, por la cual juzgaron los sureños a la escena norteña.
Y, como mi pieza sobre la escena del sur de hace dos meses repetía sus prejuicios dándolos por hechos, este informe es un intento de hacer justicia.
Aunque a día de hoy son muy similares en esencia, ambas escenas están históricamente muy separadas. Mientras que la sureña no arrancó de verdad hasta febrero de este año, y su embrión a mediados de 1977, la del norte, que surgió propiamente en mayo, reclama con alguna justificación ser la más directa heredera del Modernismo de los sesenta.
Según admiten ellos mismos, el norte se introdujo en el Modernismo más tarde, pero se quedaron colgados con él durante más tiempo. Aunque se podría discutir que más bien como un movida de parkas y scooters que como pose o estado mental. En el sur, los mods se dividieron entre hippies y SKINHEADS, y las scooters perdieron rápidamente el favor de la escena; pero, en el norte, el cambio fue más lento y diferente, y la escena continuó floreciendo mucho después de que los modernos londinenses se enrollaran con el ácido o el aggro [la violencia].
Con mis reservas creciendo como la factura por follar de una pornostar, recordé a mi amigo sacudiendo la cabeza y su solemne advertencia de que mis chapas del CAFC y los SECRET AFFAIR, mi harrington, los tejanos ajustados, mocasines blanco nieve y el funcional Fred Perry, iban a ser tan bienvenidos “allá arriba” como las purgaciones una luna de miel, por no mencionar que serían la diana ideal para la retribución norteña de los supuestos crímenes sureños.
A tomar por culo, me dije, no me pagan para eso ¿Porqué tendría que meterme en el tren para pasarme una semana en las tierras de Tom y Dick? Pero no os preocupéis, fieles lectores, vuestros escribientes del Sounds están hechos de un material más duro que como para esconderse bajo las faldas de Ms. Turbett. Me fui allá sólo para descubrir que los mods sureños están todos equivocados y que sus falsas impresiones provienen de una valoración prematura de sus contrapartidas norteñas. Desde mayo último, de hecho, de cuando los SECRET AFFAIR llenaron unos cuantos vagones de capitalinos para acudir a un bolo allá arriba con los KILLERMETERS, la banda de Huddersfield que ha provocado el surgimiento de toda una nueva escena mod.
Aquella noche, por vez primera, los scooter clubs locales decidieron aparecer en gran número y fue su anómala presencia, por aquel entonces, por la cual juzgaron los sureños a la escena norteña.
Y, como mi pieza sobre la escena del sur de hace dos meses repetía sus prejuicios dándolos por hechos, este informe es un intento de hacer justicia.
Aunque a día de hoy son muy similares en esencia, ambas escenas están históricamente muy separadas. Mientras que la sureña no arrancó de verdad hasta febrero de este año, y su embrión a mediados de 1977, la del norte, que surgió propiamente en mayo, reclama con alguna justificación ser la más directa heredera del Modernismo de los sesenta.
Según admiten ellos mismos, el norte se introdujo en el Modernismo más tarde, pero se quedaron colgados con él durante más tiempo. Aunque se podría discutir que más bien como un movida de parkas y scooters que como pose o estado mental. En el sur, los mods se dividieron entre hippies y SKINHEADS, y las scooters perdieron rápidamente el favor de la escena; pero, en el norte, el cambio fue más lento y diferente, y la escena continuó floreciendo mucho después de que los modernos londinenses se enrollaran con el ácido o el aggro [la violencia].
Los DJs mod siempre se han preciado de su capacidad para encontrar nuevos sellos y artistas, explorando más allá de la música SOUL estándar de la Tamla y la Stax en busca de disqueras mucho menos conocidas. Naturalmente, al persistir el Modernismo allá en el norte, los DJs continuaron con esa costumbre y (estoy super-simplificando como un loco) y sus búsquedas eventualmente evolucionaron en el distintivo sonido del NORTHERN SOUL, rápido, metálico y bastante tronado.
Basado en torno a los all–nighters de Wigan y áreas cercanas como Cleethorpes o Manchester, el NORTHERN SOUL se desarrolló en los primeros setenta como una derivación del Modernismo aunque con marcadas diferencias.
Primariamente, ese culto hizo un fetiche de la oscuridad, arrojando por la borda otros valores musicales, mientras que, por razones prácticas, los trajes y las corbatas se abandonaban a favor de los chalecos y las bolsas de deporte (la nueva escena también era mucho más estricta que su predecesora, mucho menos la prerrogativa de los chavales más elegantes).
Basado en torno a los all–nighters de Wigan y áreas cercanas como Cleethorpes o Manchester, el NORTHERN SOUL se desarrolló en los primeros setenta como una derivación del Modernismo aunque con marcadas diferencias.
Primariamente, ese culto hizo un fetiche de la oscuridad, arrojando por la borda otros valores musicales, mientras que, por razones prácticas, los trajes y las corbatas se abandonaban a favor de los chalecos y las bolsas de deporte (la nueva escena también era mucho más estricta que su predecesora, mucho menos la prerrogativa de los chavales más elegantes).
Aparte de la música SOUL, la otra constante en la evolución del norte fueron los scooters y los SCOOTER-CLUBS gracias a los cuales los all–nighters de Wigan se convirtieron en una alternativa bailonga a la dieta de continuos rallies por todo el país.
Estos clubes cubren la brecha entre las décadas mod de los sesenta y los setenta, y aunque frecuentemente cada club tuviera solo cinco o seis entusiastas, permitieron que la tradición no muriera.
El Nuevo Mod ha engrosado sus filas otra vez y un comentarista informado indica que actualmente hay 2000 scooters al norte de Birmingham, organizados en clubes como los Fugitives y los Revival en Huddersfield, el Red Lion Club en Heckmondwicke, los Yorkshire Roadrunners, los Scunthorpe Road Rats, los Preston Wildcats, los Crewe Jaguars… y muchos más (el sureño 5–15 Club de Sevenoaks, en Kent, no es demasiado respetado, parece ser, porque se cuenta que cargan sus scooters en camiones para salir de rally, etc.).
En mayo, los SCOOTER-CLUBS descubrieron la nueva escena modernista del norte y en su mayor parte se enamoraron de ella. Muchos de ellos han descubierto ahora el mundo de la moda también y un observador casual difícilmente distinguiría a las dos tribus por sus vestimentas (incidentalmente, un club se ha colgado completamente de los JAM y han tuneado sus scooters con la portada del single “Strange Town”).
Al mismo tiempo, mucho más que en el sur, los fans de la música mod del norte mostraron un interés paralelo por los SCOOTER-CLUBS. Pero, te preguntarás ¿de dónde surgió todo eso?
La respuesta es, en una palabra, de los KILLERMETERS. Empezaron a mediados de 1977 como grupo punk a piñón fijo, aguantando hasta una desilusionada ruptura a primeros del 78. Se reunieron en octubre pasado con el bajo y vocalista Vic Vespa, el solista Mick Moore y el batería Graham ‘Jez’ Jessop, quienes, junto a los hermanos Ruttle, Sid y Tony, ambos guitarristas, formando unos KILLERMETERS muy diferentes.
Explica Jez: “Estábamos hasta los cojones del típico material punk a piñón, por eso se separó la banda. Queríamos hacer algo con un poco más de melodía y de técnica, o sea, el tipo de canciones que hacemos desde octubre”.
Coincidiente con su cambio de dirección musical, fue la creciente asociación de la banda con Paul Nicholson, un mod de los sesenta que nunca perdió su estilo y que podía hablar largo y tendido sobre el Modernismo puesto que lo había vivido.
Nicholson nunca ha tenido tiempo para el NORTHERN SOUL. “El Modernismo no murió por aquí hasta 1969”, explica, “y para mí el NORTHERN SOUL no tiene ninguna identidad –esos estúpidos pantalones anchos y tal…; en fin, que nunca me convenció”.
Así pues, la combinación de los recuerdos de Nicholson y su dirección musical hizo que los ‘Meters se decidieran a adoptar la imagen mod, en un momento en que, descontando a los JAM, sólo los PURPLE HEARTS vestían parka en el sur.
En otras palabras, empezaron de forma totalmente independiente a la escena sureña, tocando su primer bolo el diciembre pasado [1978], levantando gradualmente su propio grupo de seguidores, y, bastante más jocosamente que en el sur, su propio movimiento llamado –no os riáis– los Jolly Boys.
Apropiadamente, a Paul se le conoce por King Jolly, aunque yo estuve hablando con uno de sus lugartenientes llamado Evil Roman. ¡Es de verdad! Había escogido su nombre a efectos literarios y había seguido su camino de los FANZINES a la poesía, hasta convertirse en el mayor fan de los KILLERMETERS, caminando 18 kilómetros para ir a un bolo y llegando a comerse 120 Anadins de una tacada una vez que se perdió una actuación (lo que, casualmente, es la dosis recomendada para tomarse en una actuación de los Boomtown Rats).
Dejando aparte esa dedicación suicida, Evil me explicó que los Jolly Boys tienen una sola aspiración en la vida: ahumarse en sus garajes antes de cada salida; en otras palabras, embriagarse, no sentir las piernas, colocarse lo antes posible y, ciertamente, ir bien “achispados” ["jollied up"]. (Incidentalmente, las blues son virtualmente inexistentes por ahí arriba).
De todas las bandas surgidas a su estela en el norte –NAME en Peterborough , Moving Targets en Leeds, SCENE en Bradford, Handsome Jack And The Casualties (¡ejem!) también en Huddersfield, y los punkarras TWO TONE PINKS en Manchester– los KILLERMETERS han establecido indudablemente la mayor y mejor escena a su alrededor, algo sencillamente ilustrado por el bolo de esta noche en una sala mod de Huddersfield, la Albion (que fue una discoteca punk, hasta que el punk se extinguió virtualmente por aquí, reemplazado por un movimiento Mod en continua expansión desde que los ‘Meters acortaron las distancias entre mods y scooter-boys en mayo).
El hecho es que el Mod es mucho más grande ahora en Huddersfield de lo que llegó a serlo el PUNK en la misma etapa de desarrollo. También es un sólido movimiento de clase obrera, como se refleja en los trabajos de los KILLERMETERS –dos mecánicos, un instalador de moquetas, un carpintero y un albañil–.
En el público de esta noche faltan muchos faces. El grueso de los scooter clubs se habían citado en Wigan para el primer all–nighter en un año; pero aún había suficientes punters como para llenar el lugar y tuve la oportunidad de charlar con los fans, con la banda, con King Jolly y con el scooter-boy Bob Monkhouse (sin relación), uno de los quince miembros –y aumentando– del Fugitives Club.
Bob lleva scooters desde hace seis años. Vive y respira para ellos. Formó su propio club en la noche de los tiempos y en la actualidad posee diez bellezas, todas tuneadas personalmente con sus mismas manos (pretende mostrar una en el Ally Pally Custom Car Show el año que viene). Los ojos de Bob brillan con la mención de la Extra S–type 200 de Arthur Francis y afecta un sentido gesto despectivo a la mención de las Vespas (“las Lambrettas son scooters”, dice, añadiendo desdeñosamente: “las Vespas son Vespas”).
“Yo escuchaba mucho NORTHERN SOUL”, admite, “pero no empecé a ir a Wigan hasta 1976. Empecé a escuchar a los KILLERMETERS hace un par de meses. La verdad es que no podría decirte demasiadas bandas Mod, pero definitivamente los KILLERMETERS parece que van para adelante. Ahora tenemos el NORTHERN SOUL por un lado y los grupos Mod por otro, y los Scooters están en medio, uniéndolo todo”.
El peor aspecto de la escena norteña actual es el creciente interés de la policía por los escuteristas, y hay tanta gente que testifica el acoso policial como la que condena la violencia entre norte y sur, algo sobre lo que Paul Nicholson se muestra particularmente tajante.
“Es ridículo”, opina, “un montón de mierda. Norte o Sur, son siempre chavales de clase obrera, de eso ve todo, y por eso no le veo la gracia a que los chavales se echen mierda encima unos a otros”
No tiene ninguna, le dije, ninguna en absoluto. Pregunté qué le parecían los sesenta y hoy en día, habiendo tomado parte en ambas escenas.
“Bien, es diferente; verdaderamente lo de hoy no es lo mismo. Nosotros nos fundíamos la pasta en ropa y ahora son todas de segunda mano, y ahora tienen su propia movida, su propia música lo que es cojonudo, especialmente los SECRET AFFAIR, los TEENBEATS y los KILLERMETERS. Lo peor de cuando suben los sureños es que aparecen esos GLORY BOYS gritando ‘Sieg Heil’ y eso aquí arriba nos toca los cojones de verdad”.
Y esa es otra cosa gratificante del norte: no hay esa obsesión por la violencia, no hay ni rastro de politiqueos.
Escaleras abajo, esta noche la pista de baile hace que Wembley el día de una final de Copa parezca un público de dos personas en el Albert Hall. No podría decirse que fuera un llenazo, pero me costó seis intentos llegar a la barra y solo lo conseguí después de gritar “¡Fuego!” con una extraña voz de pito.
Los primeros dedos de lager helada estaban entrando por mi gaznate cuando los cánticos de ‘joy–joy–joy–joy–JOLLY BOYS’ de la multitud apiñada como sardinas en lata alcanzaron un crescendo y los cinco KILLERMETERS trotaron por el escenario en medio de un rugiente recibimiento.
Sí, ya se que jugaban en casa y todo eso, pero el extático recibimiento de la multitud no era el resultado de los excesos con la cerveza o de una lealtad fuera de lugar.
Sencillamente, la banda tocó de puta madre una cojonuda mixtura de pop moderno derivado de los sesenta (los cínicos que escucharon mi cinta en la oficina señalaban a todo el mundo entre George Harrison y Wayne Fontana); la crema de un conjunto de doce canciones que, en mi humilde opinión, los sitúa bien arriba en la Primera División Mod.
El mejor número es su próximo single (por ahora aún con Psycho, o en EMI/Din Disc/Phonogram etc. si tienen la potra de que los fichen rápidamente) llamado “Twisted Wheel”, un soberbio himno a la famosa Meca mod de Manchester a principios de los sesenta. Irá acompañada con la rápida canción escuterista “SX 225” (y hasta el 68 esa era LA moto que había que tener).
Una fijación con el pasado poco saludable, seguro, pero que no permeaba todo el set, donde predominaron los temas sentimentales (guste o no, Eros está remplazando a Anarquía en todos los temas vendedores de estos días).
Básicamente, las canciones son fuertes y están bien estructuradas, perfecto pop atemporal sin nada de la flojera “de directo” que a veces se atribuye erróneamente a su trabajo grabado, el apreciable single “Why Should It Happen To Me?”/”Cardiac Arrest” en Psycho.
El suyo es un adorablemente fresco sonido pop que se encuentra con un receptivo mar de aplausos y ansiosas, felices caras surgiendo de la sudorosa masa humana delante de mí, algo que me agota con sólo mirarlo. El “S.O.S.” de Edwin Starr y el “Legal Matter” de los WHO son versionadas particularmente bien, mientras que la tierna “Rhona” muestra su primer ejercicio consistente de doble juego de guitarras.
La banda consigue hacer dos bises antes de que las falsas amenazas de bomba hagan cerrar el local y yo me quedo elucubrando cuánto avanzarían ahora mismo si tuvieran su base en el Smoke en lugar del viejo y mugriento Yorkshire.
La banda habla con genuina excitación sobre su música y su movimiento.
“Aquí estamos totalmente metidos en la movida mod”, se entusiasma Jez, “Pasamos un buen rato y nos preocupamos por nosotros mismos, es cojonudo. El rollo PUNK se vino abajo por el mercado comercial [!?]. Empezó como una reacción pero acabó como un negocio”.
“Pero la escena mod de aquí arriba es verdaderamente saludable. No es un rollo comercial de ninguna manera. Aquí son chavales normales y tiendas de Oxfam y todo el mundo está metido en los scooters, la música y la imagen”.
“Obviamente no hubiera pasado nada si no es por el PUNK”, interrumpe Vic Vespa. “Pero es un Nuevo movimiento. Es más melódico y bailable. Y estamos construyendo algo por nuestra cuenta. Algo nuevo”.
“Normalmente pasa algo en el sur y el resto del país lo sigue, pero con el Mod los sureños parece que intenten cambiar algo que es nuestro, y eso no va a suceder porque aquí tenemos algo especial”.
“Pero afortunadamente el antagonismo entre norte y sur ahora está empezando a enfriarse y a mí me parece que debe ser así porque de otra forma todo el movimiento colapsará”.
Entonces ¿qué crees que pasará con el Mod?
“Obviamente seguirá los pasos del PUNK. Cualquier cosa que surja de los chavales de las calle acaba secuestrado y comercializado, pero por el momento la escena va bien”.
Una mirada vidriosa aparece en sus ojos. “Alguien dijo el año pasado que 1979 iba a ser el año del Mod” (fui yo –G.B.–) (Y yo–el editor–) “pero estoy seguro que 1980 será el verdadero año del Mod y el año del scooter. El próximo verano esto va a ser masivo”.
“¿Sabes cuál es ahora mi ambición?”, pregunta Jez retóricamente, “Es tocar en el Manchester Apollo y llenarlo de mods en vez de fans de Rush. Eso sí que sería algo para recordar”.
Y allí nos veremos, Jez. Allí nos veremos.
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